miércoles, 15 de diciembre de 2010

Vélez Málaga 2011

Estamos iniciando el año once, posiblemente a partir de ahora las fechas las digamos sin el dos mil. Así nos referíamos al 14, el 29 o el 68,  del pasado siglo XX. Por cacofonía, por orfandad malsonante, no podíamos hacerlo en los transcurridos desde el uno al diez de este milenio. Pero ya han pasado. Una década más, pero quizá la más perdida de todas aquí, en nuestra vida en común en la Axarquía, en la Costa del Sol andaluza.

Pasaron los topes de la modernidad, pero aquí ni el efecto dosmil nos dejó sin la depuración de las aguas residuales, con el mar tan sucio como antes. Hubiera sido preferible que se colgaran los ordenadores y otros maleficios similares de los milenaristas, pero no, era más fácil burlar las Directivas de la Unión Europea, de la que sólo nos interesan las subvenciones. Así que el saneamiento de la Axarquía, como el número e, no puede ser integral porque se queda igual. Tenemos la depuradora de Vélez Málaga, una buena EDAR, pero también el emisario de Torre del Mar que de vez en cuando suelta su sucio lastre. Hay depuradoras menos avanzadas en Algarrobo, Cómpeta,Torrox y Frigiliana, pero son más bien filtro para obtener agua menos pestilente para los regadíos del entorno. Hay depuradoras primarias que funcionan poco o mal en una docena de municipios, pero también hay grandes ausentes, fiascos como los de Nerja, Periana, Canillas de Aceituno, Arenas, Árchez, Benamocarra, Comares, Viñuela y algunos otros. Y no digamos nada de los anejos, barriadas y nuevas urbanizaciones inconexas.

No será por falta de presupuestos, fastuosos hasta el año 2008. No es por falta de administraciones  (in) competentes, pues se solapan hasta seis diferentes cargadas de expertos, y de cargos políticos remunerados: ayuntamientos, Mancomunidad, Diputación, Comunidad Autónoma, Estado y UE.

Eso sí, tenemos fiestas gastronómicas en todos los pueblos, meses del año y modalidades, todas con su pregonero, premios anuales, homenajes endogámicos y placas conmemorativas. Sus autoridades, corte de cinta, coches oficiales, comidas populares, buffetes reservados y zonas vip. En diez años han proliferado como hongos, pero justo a costa de una, la pionera sacrificada, la que unificaba cuando éramos algo unido, el Día de la Axarquía, que murió con el siglo pasado. Con su democrática itinerancia, o sus defectos, tiene el indiscutible carácter de pionero. Pero ni las fiestas son las del siglo XX, alguien nos lo ha cambiado. A las ferias de Vélez ahora hay que ir en coche (casi nadie va en bus o tranvía), pero claro, también al cine, de compras o de paseo hay que ir allí, justo al mismo sitio, un no lugar enmedio del Prado. A las romerías no se sabe donde hay que ir porque cambia, y además hay también casi una docena.

Desde luego, en algo nos hemos equivocado. Se han equivocado los bancos, las empresas, los partidos, los sindicatos, las escuelas, las universidades, los funcionarios, los juzgados... y puede que hasta los políticos.
En algo parece que acertamos: somos más vecinos, más diversos, más formados, más informados, más experimentados, más críticos, más solidarios. De la economía, y otras ciencias infusas, hablaremos otro día.

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